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INFIERNO GRANDE – Palmillas: del poder por las armas al voto popular

 INFIERNO GRANDE – Palmillas: del poder por las armas al voto popular

Palmillas, Tam.— En 1910, el general revolucionario y maestro rural Alberto Carrera Torres asumió la presidencia municipal de Palmillas apenas rebasaban los 20 años de edad. En aquel México sacudido por la Revolución, los cargos públicos no se ganaban en las urnas, sino por las armas. Así, los generales se convertían en alcaldes o gobernadores por sus pistolas, como era el dicho popular.

No se sabe a ciencia cierta si Carrera Torres fue un buen gobernante. El país entero se encontraba en ebullición, y quizá los habitantes del municipio, por temor o prudencia, evitaron hacer proselitismo político o siquiera pensar en un relevo. No fue sino hasta 1920, tres años después del fusilamiento del general —ocurrido el 16 de febrero de 1917 con apenas 29 años de edad que los palmilleses se atrevieron a designar un nuevo presidente municipal: don Braulio A. Estrada. Así, durante tres años, Palmillas permaneció sin alcalde.

Desde entonces, la política local estuvo dominada por hombres durante más de un siglo. No fue sino hasta 2016 que el “hechizo masculino” se rompió, y por primera vez, mujeres comenzaron a encabezar las instituciones del municipio. Desde esa fecha hasta la actualidad, Palmillas ha sido testigo de un cambio de paradigma político, aunque no exento de tensiones.

Pese a que en el padrón electoral hay más mujeres que hombres, aún no se perfila una figura femenina con la fuerza suficiente para contender en las próximas elecciones. A menudo se dice que a las mujeres “les falta oficio político”, pero quizás lo que falta es espacio, respaldo y una estructura que les permita proyectar sus capacidades. Mientras tanto, algunos hombres comienzan a decir que “ya les toca” volver al poder, como si no recordaran que por más de cien años gobernaron sin interrupción.

Sin embargo, los tiempos han cambiado. Hoy, el poder ya no se toma por las armas ni se recibe por turno. El poder se gana en las urnas, con propuestas viables, con audacia política y, sobre todo, con el respaldo ciudadano. Gobernar no es un derecho automático, sino una responsabilidad que debe recaer en quienes están mejor preparados para enfrentar los desafíos del municipio.

En Palmillas, la historia sigue escribiéndose. Y en esta nueva etapa, el reto no es si gobierna un hombre o una mujer, sino si quien gobierne está dispuesto a trabajar por el bien común, con valentía, visión y compromiso.

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Editor1