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El inquisidor: Siguen en el olvido los migrantes tultecos

 El inquisidor: Siguen en el olvido los migrantes tultecos

Redacción.-

En el municipio de Tula, Tamaulipas, los verdaderos motores de la economía no se encuentran en los cargos públicos ni en los proyectos turísticos que aún no despegan. Son los migrantes —esos hombres y mujeres que un día dejaron su tierra para trabajar del otro lado del río— quienes, con su esfuerzo y sacrificio, sostienen no solo a sus familias, sino a todo un sistema económico que depende de sus remesas.

Cada mes, los tultecos en la Unión Americana envían en promedio un millón de dólares, una cifra que no solo mantiene hogares, sino que activa comercios, servicios y hasta construcciones. Desde el herrero que forja ventanas, hasta la refaccionaria, la gorderia, los depósitos de cerveza, las tiendas de conveniencia, los restaurantes y hasta los negocios de venta de internet: todos se benefician de este flujo constante de dinero.

Y no es solo en la ciudad, en la zona rural, como el ejido Magdaleno Cedillo, “El Coronel” se puede ver el reflejo de este esfuerzo en casas imponentes que superan incluso a las de la cabecera municipal, en belleza y tamaño, son símbolo de trabajo honesto y de una inversión directa que genera empleo en sectores como la construcción, donde albañiles, plomeros y electricistas encuentran ocupación gracias a estos recursos.

Pero la contribución migrante va más allá del ladrillo y el cemento. También sostienen el campo, muchos migrantes envían dinero para mantener vivas las tradiciones agrícolas, apoyando la siembra de maíz y frijol, además, en el sector ganadero —especialmente durante las épocas de sequía— son ellos quienes financian la compra de forraje y alimento para que los animales no mueran de hambre. Sin ese respaldo, muchas actividades productivas rurales simplemente colapsarían.

A pesar de todo esto, los gobiernos —federal, estatal y municipal— parecen conformarse con llamarlos “héroes” en los discursos, sin traducir ese reconocimiento en políticas públicas efectivas. ¿Dónde están los programas de apoyo? ¿Dónde están las ferias del migrante, los estímulos para la inversión productiva, o los mecanismos para proteger sus derechos como ciudadanos binacionales? La Secretaría del Migrante estatal ha sido, hasta ahora, una figura decorativa. Ni una sola feria, ni apoyos visibles. El municipio, por su parte, parece ignorar por completo el papel clave de esta comunidad en el desarrollo local.

Y mientras tanto, nuestros migrantes enfrentan nuevas amenazas. Con el regreso de políticas antimigrantes como las impulsadas por Donald Trump, miles viven bajo un estrés constante. Muchos han perdido empleos, otros evitan salir de casa por miedo a ser deportados, y aún así, no fallan en enviar el sustento a sus seres queridos. Es en estos momentos cuando el gobierno debería mostrar solidaridad real, no con palabras, sino con acciones que los respalden y reconozcan su importancia estratégica para la vida económica de Tula.

El tan promovido proyecto turístico de Tula “Pueblo Mágico” no se traduce en empleos ni en crecimiento económico tangible o dígame ¿Cmcuántos tultecos realmente viven del turismo? La respuesta es incómoda pero evidente: muy pocos. La verdadera derrama económica sigue viniendo de los que están lejos. Y sin embargo, esos mismos migrantes que mantienen vivo al municipio siguen siendo ignorados por las políticas públicas.

El día en que el gobierno entienda que los migrantes no solo merecen homenajes simbólicos, sino políticas que les faciliten invertir, regresar, y protegerse, será el día en que Tula podrá hablar de desarrollo real. Mientras tanto, nuestros héroes seguirán cargando con el peso de una economía que aplaude su esfuerzo… pero que no lo respalda.

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