Autopista Mante-Ocampo-Tula lo que no dicen los boletines oficiales

 Autopista Mante-Ocampo-Tula lo que no dicen los boletines oficiales

Mientras presumen la autopista Mante–Ocampo–Tula MOT como un emblema de progreso, pero en el terreno, la historia es otra, con una inversión de 8,600 millones de pesos y promesas de desarrollo, la obra arrastra fallas estructurales, daños sociales, omisiones ambientales y una narrativa oficial que maquilla más de lo que informa.

Uno de los grandes orgullos del proyecto es el túnel Américo Villarreal Guerra, de 1.8 kilómetros, presentado como el quinto más largo del país. Lo que no se dice —o se minimiza deliberadamente— es que, tras las primeras lluvias serias, el túnel presentó filtraciones. Aunque se aseguró que se trata de “escurrimientos naturales” y que el túnel es seguro, estas fugas evidencian vulnerabilidades serias en una obra que aún no ha sido inaugurada.

Más grave aún es lo que ni siquiera se menciona: los brotes de agua y escurrimientos en el Ejido Gallitos, al poniente del municipio de Tula, donde las lluvias provocaron fugas que afectan el cuerpo de la autopista. Esa zona, de vegetación abundante, presenta filtraciones subterráneas que podrían poner en riesgo la estructura a mediano plazo. Pero en lugar de informar y corregir, las autoridades optan por el silencio.

En materia social, la autopista ha significado desconexión para varias comunidades. En San José de las Flores, el camposanto quedó aislado sin paso previsto. Las comunidades de Cristóbal Colón (El Guajolote), Alberto Carrera Torres (La Rana) y Emperadores Aztecas, que antes estaban unidas por caminos rurales, hoy ven cómo su vía desapareció para convertirse en autopista, a la que no tienen acceso y ni hablar al grave daño que le han provocado a la carretera estatal 061 Tula-el Limón qué ha quedado totalmente devastada y ha afectado hasta el libramiento de la ciudad.

Y aunque se promociona que la obra ha generado más de 1,500 empleos, lo cierto es que hay una historia paralela de explotación laboral, omisiones de seguridad y accidentes mortales. Las condiciones para los trabajadores —sobre todo en el túnel— han sido riesgosas, con fallas en supervisión y descuido operativo. Las denuncias han sido constantes, aunque ignoradas por las autoridades y los voceros de la empresa HYCSA.

Otro punto crítico ha sido el uso intensivo e irresponsable de dinamita, cuyas detonaciones se han sentido hasta la cabecera municipal de Tula, causando temor entre los habitantes. Hubo explosiones sin aviso y sin protocolos, algo que no aparece en los informes oficiales pero que dejó secuelas reales en viviendas y estructuras locales.

La narrativa de sustentabilidad tampoco resiste el mínimo contraste con la realidad. En el Ejido Gallitos no hay pasos para fauna, ni trabajos de reforestación visibles, ni mitigación ambiental efectiva. Se habla de protección, pero lo que se ve es devastación.

Y mientras todo esto ocurre, los únicos medios invitados al recorrido informativo fueron de Victoria y El Mante. A los del Altiplano —los realmente afectados— se les excluyó. Porque la prioridad no es rendir cuentas, sino lavar la cara del proyecto con declaraciones optimistas y datos maquillados.

La autopista Mante–Ocampo–Tula será, quizá, una vía rápida entre regiones, pero de Guanajuato del llamado altiplano central y tal vez del Pacífico no De esta zona de Tamaulipas porque para las comunidades que la sufren más que la disfrutan, hoy es sinónimo de desconexión, riesgos y abandono.

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