INFIERNO GRANDE

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Palmillas: revivir muertos, porque los vivos ya no sirven

En Palmillas la cosa política anda tan flaca que un grupo de ciudadanos podría decidir hacer lo impensable: tratar de revivir al PRI, al PAN y hasta a Movimiento Ciudadano, como quien intenta reanimar a un burro que ya ni con pastura se levanta.

¿El motivo? Muy sencillo: porque los partidos “vivos” ya no sirven ni para fingir democracia.
Los opinólogos de la plaza dicen que en Palmillas todavía corre el ADN priista, sobre todo en los mayores que crecieron viendo al tricolor como si fuera una segunda religión.

Otros aseguran que la memoria panista aún respira, aunque sea con respiración asistida.

Y están los que juran que MC podría ser opción, recordando aquella elección que perdieron por un puñado de votos cuando todavía había esperanza.
Pero lo realmente claro es que nadie quiere acercarse a la alianza “Juntos Hacemos Historia”.

Y no porque no los atiendan; al contrario, a todos los aspirantes les abren la puerta, los consienten, les hablan bonito… para terminar dándoles el mismo trato:
—“Esto se decidirá por tómbola”.

Sí, por tómbola. Una especie de juego de feria política donde la bola cae donde conviene y el ciudadano se queda viendo cómo su ilusión se hace polvo. Y cuando reaccionan, ya es demasiado tarde para registrarse en otro partido o para intentar la vía independiente.

Una jugada maestra… pero para cerrarles el paso.

Y si algún ingenuo se arrima al Verde o al PT, peor tantito. Ahí los “encuerdan” rápido: les prometen candidaturas, los anotan, les toman la foto… y cuando Morena da la orden de ir en alianza, simplemente los desaparecen del mapa.

Ni disculpa, ni explicación, ni vergüenza.

Los dejan como novias de rancho: vestidos, alborotados… y despeinados.

Por eso nadie debe sorprenderse de que un grupo de palmillenses esté tratando de resucitar partidos que ya parecían fósiles de museo.

No porque los amen, sino porque al menos ahí sí les dejan competir, y no los mandan a hacer fila para una rifa donde la suerte ya viene arreglada desde antes.

Palmillas está aprendiendo una verdad incómoda:
cuando la democracia se convierte en tómbola, la única opción es revivir a los muertos.

Porque los vivos, sinceramente, ya no dan una.

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