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Columna/ El Mazo del Decidor

 Columna/ El Mazo del Decidor

Cd. Victoria.- Más que convulsionado se encuentra el Congreso del Estado, que luego de pasar de ser la supuesta casa del pueblo, se convirtió en un circo y ahora, en una arena de lucha libre.

Los actuales diputados tienen un color cobrizo que nada se los quita, no están preparados para el cargo, son advenedizos, suertudos, novios o novias de alguien, compromisos de alguien, pero nunca servidores de la población.

Están mal en todo lo que hacen, se muerden y rasguñan entre sí, se pican los ojos, se jalan el cabello, se tiran trompadas y se meten el pie.

La verdad de que esta legislatura está del meritito nabo, no hay a quien irle, a ninguno, son lo peor, de lo peor.

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A los legisladores les hace falta un buen asesor, alguien que de verdad conozca los temas parlamentarios y no sea solo una figura conocida, no, les urge alguien que de verdad no los confunda más, porque andan más perdidos “que la chinita en el Bosque de la China”.

Ayer se unió al grupo parlamentario del PRI el diputado Ángel Covarrubias Villaverde, quien es diputado de representación proporcional, o sea, no ganó en las urnas, pero ahora, a conveniencia, se va al PRI.

Es el mismo diputado que en tribunales electorales le ganó el escaño a Alejandro Guevara Cobos, luego que no “se respetó” el acuerdo original, pero eso será otra historia.

Desde ayer, forma parte del PRI que se constituye en Grupo Parlamentario y deja de ser fracción parlamentaria, para efectos de votación en la JUCOPO.

Alguien les dijo que hicieran esa maniobra innecesaria, pues de toda suerte que con los votos del PAN y del PRI, Morena no les podía hacer nada.

La histeria parlamentaria se comió a los azules mal informados. Como diría la dama que no es primera dama: “ay, me salió del alma”.

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Hoy, después de la euforia senil, el AIFA, se encuentra en pleno silencio.

Ya no hay acarreados aéreos ni invitados fifís, esos mismos antes odiados y hoy apreciados.

Ya no apareció la señora que vendía “tlayudas”, ni aquella que vendía recuerdos de “ya saben quién”, pues hoy la realidad volvió a imperar.

Hoy el juguetito caro volvió a ser lo que siempre fue: una farsa, un espejismo barato engañabobos.

“Ay, me salió del alma”.

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Editor2