El Inquisidor: La educación en Tamaulipas: entre el reto y la vocación perdida

 El Inquisidor: La educación en Tamaulipas: entre el reto y la vocación perdida

Redacción.-

El inicio del ciclo escolar 2025–2026 en Tamaulipas llega acompañado de expectativas, pero también de viejos problemas que ponen en duda la eficacia de nuestro sistema educativo. Con Miguel Ángel García como nuevo titular de la Secretaría de Educación en Tamaulipas la mirada pública se centra en cómo enfrentará desafíos que no se resuelven con cifras de matrícula ni con la entrega de becas, sino con algo más profundo: la vocación docente.

En el Altiplano tamaulipeco, donde conviven municipios como Bustamante, Miquihuana y Tula, la realidad es evidente. Aunque existen maestras y maestros ejemplares, comprometidos y conscientes de su labor como formadores, también hay un sector que ve en la docencia únicamente una plaza laboral segura. El problema no es menor: son los que rechazan ir a comunidades alejadas, donde los alumnos quedan a la deriva y la educación se convierte en una promesa incumplida.

El rezago educativo es quizá el indicador más doloroso. Alumnos de tercer grado que no saben leer ni escribir, adolescentes que llegan a secundaria sin manejar las operaciones básicas de matemáticas… ¿qué nos dice esto como sociedad? ¿De qué sirven los apoyos o la cobertura si el aprendizaje esencial no se garantiza? Estas deficiencias hacen pensar en un retroceso que contrasta con el legado de figuras como José Vasconcelos o Justo Sierra, quienes soñaron con una educación como motor de igualdad y progreso.

En este contraste resulta inevitable recordar a Benito Juárez, símbolo histórico de superación, quien siendo pastor e indígena zapoteca alcanzó los más altos cargos del país gracias a la educación. ¿Podría hoy un niño de origen humilde replicar esa historia en un sistema que permite que generaciones enteras transiten la primaria sin aprender lo indispensable?

El nuevo secretario tiene por delante un reto enorme: no solo administrar, sino transformar. Y esa transformación empieza por rescatar la vocación docente, incentivar a quienes sí cumplen y exigir resultados a quienes reducen su trabajo a la firma de asistencia.

No obstante, también se debe reconocer el compromiso de quienes han hecho de la educación una tarea diaria, como Aurelio Castillo Tovar, al frente del Centro Regional de Maestros CREDE Tula. Su disposición y capacidad de respuesta lo convierten en un referente que muestra que sí es posible portar con dignidad la camiseta de la educación.

Tamaulipas necesita más ejemplos así. Porque si bien la infraestructura, las becas y los programas de cobertura son importantes, la verdadera transformación se juega en el aula: frente a cada grupo, con cada maestro, en cada lección. Y allí, lo que se requiere no es solamente cumplir con un empleo, sino enseñar con convicción.

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