Historias de México… La isla de las muñecas
Cd. Victoria/Redacción.- Don Julián era nativo de Xochimilco y como la mayoría de ellos tenia su chinampa donde cosechaba sus productos para vender. Un día se encontró en el lago el cuerpo de una niña flotando entre los lirios, Don Julián inmediatamente saco del agua el cuerpo de la pequeña, trato de reanimarla una y otra vez, pero todo fue inútil; la pequeña estaba muerta.
Los días pasaron y Don Julián empezó a escuchar ruidos extraños en su chinampa, al principio no les puso mucha atención, solo movia su cabeza mientras pensaba que eran las aves o algún animal quienes ocasionaban esos ruidos extraños pero luego empezó a escuchar la risa de una niña y, fue entonces cuando se empezó a preocupar, miraba para un lado y para otro mientras cultivaba sus plantas, diciéndose a sí mismo que seguramente se lo había imaginado.
Pero las risas de la niña cada vez eran más fuertes y se escuchaban más cerca; en las noches Julián no podía conciliar el sueño, sentía los pasitos de una niña caminar alrededor de su cama. Los vecinos empezaron a ver a Julián demacrado, nervioso y flaco, algo le pasaba, andaba como ido, cuando lo saludaban no regresaba el saludo, decía incoherencias, hablaba de una sirena y de una niña que lo atormentaba en sus sueños.
En su desesperación Don Julián pensó que sí le regalaba una muñeca a la niña, está lo dejaría de atormentar, así que colgó un par de muñecas en su choza, tal vez dejo de escuchar las risas porque se le volvió una obsesión recoger las muñecas que encontraba en su camino y las colgaba en su barda, en sus árboles y en su choza.
Cuando los vecinos le preguntaron que por qué colgaba esas muñecas, el contestaba que era para ahuyentar las energías malignas que se habían apoderado de su chinampa, los vecinos estaban seguros de qué el pobre de Julián se habia vuelto loco pero trataban de ayudarlo llevándole muñecas, y se fueron alejando de el.
La pequeña chinampa se fue llenando poco a poco de muñecas despeinadas, con los ojos chuecos, algunas desnudas, otras sucias, todas con un aspecto tétrico, pero Don Julián seguia retraído, nervioso, asustado, hablando de malas energías, aparecidos y sirenas.
Los años fueron pasando y la chinampa fue bautizada como la isla de las muñecas, a ella llegaban personas de todas partes para regalarle a Don Julián una muñeca para su isla. Don Julián platicaba con todo aquel que lo quisiera escuchar, les contaba que en el lago habitaba una sirena que lo visitaba desde hace tiempo y que se lo quería llevar al lago.
Un día los vecinos encontraron el cuerpo de don Julián junto al agua, había muerto… sus muñecas no lo habían podido salvar…