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Quinto yermo: Educación a dos velocidades: entre el compromiso y el chantaje

 Quinto yermo: Educación a dos velocidades: entre el compromiso y el chantaje

Por Rosbel Bazán López

En México, la educación pública parece avanzar a dos velocidades. En el sur del país, los plantones, los paros y el desinterés por la evaluación son el pan de cada día. En el norte, en pequeños municipios con recursos limitados pero con una visión clara, se abren camino maestros comprometidos, autoridades responsables y comunidades que creen en el poder transformador del conocimiento.

Hace poco, la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) levantó un plantón en la Ciudad de México que duró más de 20 días. No hubo clases, pero sí hubo cobros. Los salarios de estos maestros siguieron fluyendo como si estuvieran cumpliendo su labor, mientras miles de niños quedaron rezagados. Es un fraude a la nación, una burla a los contribuyentes que, con sus impuestos, pagan sueldos para educar, no para bloquear calles.

En esas zonas dominadas por el sindicalismo radical, los resultados educativos son catastróficos. No es coincidencia que rechacen la prueba PISA. Saben que sus alumnos no están preparados para competir. ¿Cómo lo estarían si no tienen clases, si los contenidos escolares están contaminados por ideologías, si los docentes enseñan más sobre cómo protestar que sobre cómo superarse?

Mientras tanto, en países como Japón, las huelgas no paralizan las escuelas. Allá, los trabajadores protestan trabajando, afectando el equilibrio económico, pero no la formación de sus niños. En ese país, incluso han desarrollado carreteras con bacheo automático (solo se reparan las carreteras sin la mano del hombre). Allá avanza la ciencia; aquí se cultiva el atraso con discursos de justicia social vacíos y dañinos.

Sin embargo, hay luz. En el norte de Tamaulipas, municipios pequeños como Bustamante, Palmillas, Jaumave y Tula están haciendo lo que muchos estados no se atreven. En Bustamante, la alcaldesa Maricela Rodríguez González ha destinado parte del presupuesto municipal para pagar directamente a maestros, garantizando la educación donde el sistema ha fallado. En Jaumave, el edil Profesor Manuel Báez Martínez, prioriza la infraestructura escolar para que los alumnos tengan espacios dignos. En Tula, el alcalde Rene Lara Cisneros, promueve jornadas de limpieza en las que participan alumnos, padres, maestros y agentes viales, enseñando valores cívicos con acciones, no discursos. Y en Palmillas, La Munícipe apoya directamente a los maestros para que saque la casta y sus alumnos destacan a nivel estatal en lectura, matemáticas y ciencias; mientras que en el municipio de Miquihuana la alcaldesa Gladis Magalis Vargas Rangel, se muestra apática a todo lo que signifique instrucción educativa, pero los maestros y padres de familia se coordinan para que la educación sea de primer nivel

Ahí está la diferencia. En esos municipios tamaulipecos, modestos pero valientes, se entiende que la educación no puede esperar. Que no hay excusas válidas cuando está en juego el futuro de los niños. Que sí se puede, si se quiere.

México necesita más ejemplos como los de Tamaulipas y menos simulaciones como las de la CNTE. Porque educar no es gritar consignas; es sembrar conocimiento. Y si de verdad queremos transformar al país, la revolución debe empezar en el aula, no en la calle.

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